7 Nos hartamos de andar por sendas de iniquidad y perdición,
atravesamos desiertos intransitables; pero el camino del Señor, no lo
conocimos.
8 ¿De qué nos sirvió nuestro orgullo? ¿De qué la riqueza y la
jactancia?
9 Todo aquello pasó como una sombra, como noticia que va
corriendo;
10 como nave que atraviesa las aguas agitadas, y no es posible
descubrir la huella de su paso ni el rastro de su quilla en las olas;
11 como pájaro que volando atraviesa el aire, y de su vuelo no se
encuentra vestigio alguno; con el golpe de sus remos azota el aire ligero, lo
corta con agudo silbido, se abre camino batiendo las alas y después, no se
descubre señal de su paso;
12 como flecha disparada al blanco; el aire hendido refluye al instante
sobre sí y no sabe el camino que la flecha siguió.
13 Lo mismo nosotros: apenas nacidos, dejamos de existir, y no
podemos mostrar vestigio alguno de virtud; nos gastamos en
nuestra
maldad.»
14 En efecto, la esperanza del impío es como brizna arrebatada por el
viento, como espuma ligera acosada por el huracán, se desvanece como el
humo con el viento; pasa como el recuerdo del huésped de un día.
15 Los justos, en cambio, viven eternamente; en el Señor está su
recompensa, y su cuidado a cargo del Altísimo.
16 Recibirán por eso de mano del Señor la corona real del honor y la
diadema de la hermosura; pues con su diestra los protegerá y los escudará
con su brazo.
17 Tomará su celo como armadura, y armará a la creación para
rechazar a sus enemigos;
18 por coraza vestirá la justicia, se pondrá por casco un juicio sincero,
19 tomará por escudo su santidad invencible,
20 afilará como espada su cólera inexorable, y el universo saldrá con
él a pelear contra los insensatos.
21 Partirán certeros los tiros de los rayos, de las nubes, como de arco
bien tendido, saltarán al blanco,
22 de una ballesta se disparará furioso granizo; las olas del mar se
encresparán contra ellos, los ríos los anegarán sin piedad;