16 que nosotros y nuestras palabras en sus manos estamos con toda
nuestra prudencia y destreza en el obrar.
17 Fue él quien me concedió un conocimiento verdadero de los seres,
para conocer la estructura del mundo y la actividad de los elementos,
18 el principio, el fin y el medio de los tiempos, los cambios de los
solsticios y la sucesión de las estaciones,
19 los ciclos del año y la posición de las estrellas,
20 la naturaleza de los animales y los instintos de las fieras, el poder
de los espíritus y los pensamientos de los hombres, las variedades
de las
plantas y las virtudes de las raíces.
21 Cuanto está oculto y cuanto se ve, todo lo conocí, porque el
artífice de todo, la Sabiduría, me lo enseñó.
22 Pues hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, múltiple,
sutil, ágil, perspicaz, inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo,
23 incoercible, bienhechor, amigo del hombre, firme, seguro, sereno,
que todo lo puede, todo lo observa, penetra todos los
espíritus, los
inteligentes, los puros, los más sutiles.
24 Porque a todo movimiento supera en movilidad la Sabiduría, todo
lo atraviesa y penetra en virtud de su pureza.