10 «Tendré gracias a ella gloria entre la gente, y, aunque joven, honor
ante los ancianos.
11 Apareceré agudo en el juicio y en presencia de los poderosos seré
admirado.
12 Si callo, esperarán; si hablo, prestarán atención; si me alargo
hablando, pondrán la mano en su boca.
13 Gracias a ella tendré la inmortalidad y dejaré recuerdo eterno a los
que después de mí vengan.
14 Gobernaré a los pueblos, y las naciones me estarán sometidas.
15 Oyendo hablar de mí, soberanos terribles temerán. Me mostraré
bueno entre las multitudes y valiente en la guerra.
16 Vuelto a casa, junto a ella descansaré, pues no causa amargura su
compañía ni tristeza la convivencia con ella, sino satisfacción y alegría».
17 Pensando esto conmigo mismo y considerando en mi corazón que
se encuentra la inmortalidad en emparentar con la Sabiduría,
18 en su amistad un placer bueno, en los trabajos de sus manos
inagotables riquezas, prudencia en cultivar su trato y prestigio en conversar
con ella, por todos los medios buscaba la manera de hacérmela mía.