18 en su amistad un placer bueno, en los trabajos de sus manos
inagotables riquezas, prudencia en cultivar su trato y prestigio en conversar
con ella, por todos los medios buscaba la manera de hacérmela mía.
19 Era yo un muchacho de buen natural, me cupo en suerte un alma
buena,
20 o más bien, siendo bueno, vine a un cuerpo incontaminado;
21 pero, comprendiendo que no podría poseer la Sabiduría si Dios no
me la daba, - y ya era un fruto de la prudencia saber de quién procedía esta
gracia - recurrí al Señor y le pedí, y dije con todo mi corazón: