11 por haber sido rebeldes a las órdenes de Dios y haber despreciado
el consejo del Altísimo,
12 él sometió su corazón a la fatiga, sucumbían, y no había quien
socorriera.
13 Y hacia Yahveh gritaron en su apuro, y él los salvó de sus
angustias,
14 los sacó de la tiniebla y de la sombra, y rompió sus cadenas.
15 ¡Den gracias a Yahveh por su amor, por sus prodigios con los hijos
de Adán!
16 Pues las puertas de bronce quebrantó, y los barrotes de hierro hizo
pedazos.
17 Embotados de resultas de sus yerros, miserables a causa de sus
culpas,
18 todo manjar les daba náusea, tocaban ya a las puertas de la muerte.
19 Y hacia Yahveh gritaron en su apuro, y él los salvó de sus
angustias;
20 su palabra envió para sanarlos y arrancar sus vidas de la fosa.
21 ¡Den gracias a Yahveh por su amor, por sus prodigios con los hijos
de Adán!
22 Ofrezcan sacrificios de acción de gracias, y sus obras pregonen con
gritos de alegría.
23 Los que a la mar se hicieron en sus naves, llevando su negocio por
las muchas aguas,
24 vieron las obras de Yahveh, sus maravillas en el piélago.
25 Dijo, y suscitó un viento de borrasca, que entumeció las olas;
26 subiendo hasta los cielos, bajando hasta el abismo, bajo el peso del
mal su alma se hundía;
27 dando vuelcos, vacilando como un ebrio, tragada estaba toda su
pericia.
28 Y hacia Yahveh gritaron en su apuro, y él los sacó de sus
angustias;
29 a silencio redujo la borrasca, y las olas callaron.
30 Se alegraron de verlas amansarse, y él los llevó hasta el puerto
deseado.
31 ¡Den gracias a Yahveh por su amor, por sus prodigios con los hijos
de Adán!
32 ¡Ensálcenle en la asamblea del pueblo, en el concejo de los
ancianos le celebren!
33 El cambia los ríos en desierto, y en suelo de sed los manantiales,
34 la tierra fértil en salinas, por la malicia de sus habitantes.
35 Y él cambia el desierto en un estanque, y la árida tierra en
manantial.
36 Allí asienta a los hambrientos, y ellos fundan una ciudad habitada.
37 Y siembran campos, plantan viñas, que producen sus frutos de
cosecha.
38 El los bendice y crecen mucho y no deja que mengüen sus ganados.
39 Menguados estaban, y abatidos por la tenaza del mal y la aflicción.
40 El que vierte desprecio sobre príncipes, los hacía errar por caos sin
camino.
41 Mas él recobra de la miseria al pobre, aumenta como un rebaño las
familias;
42 los hombres rectos lo ven y se recrean, y toda iniquidad cierra su
boca.
43 ¿Hay algún sabio? ¡Que guarde estas cosas, y comprenda el amor