...la Biblia de Jerusalén
Salmo 141, 5-10
5 Que el justo me hiera por amor, y me corrija, pero el ungüento del
impío jamás lustre mi cabeza, pues me comprometería aún más en sus
maldades.
6 Han quedado a merced de la Roca, su juez, los que oyeron con
regodeo mis palabras:
7 «Como piedra de molino estrellada por tierra son esparcidos
nuestros huesos a la boca del seol.»
8 Hacia ti, Señor Yahveh, miran mis ojos, ¡en ti me cobijo, no
desampares mi alma!
9 Guárdame del lazo que me tienden, de la trampa de los malhechores.
10 Caigan los impíos, cada uno en su red, mientras yo paso indemne.