...la Biblia de Jerusalén
Salmo 18, 9-38
9 (10) El inclinó los cielos y bajó, un espeso nublado debajo de sus
pies;
10 (11) cabalgó sobre un querube, emprendió el vuelo, sobre las alas
de los vientos planeó.
11 (12) Se puso como tienda un cerco de tinieblas, tinieblas de las
aguas, espesos nubarrones;
12 (13) del fulgor que le precedía se encendieron granizo y ascuas de
fuego.
13 (14) Tronó Yahveh en los cielos, lanzó el Altísimo su voz;
14 (15) arrojó saetas, y los puso en fuga, rayos fulminó y sembró
derrota.
15 (16) El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe
aparecieron, ante tu imprecación, Yahveh, al resollar el aliento en
tus
narices.
16 (17) El extiende su mano de lo alto para asirme, para sacarme de
las profundas aguas;
17 (18) me libera de un enemigo poderoso, de mis adversarios más
fuertes que yo.
18 (19) Me aguardaban el día de mi ruina, más Yahveh fue un apoyo
para mí;
19 (20) me sacó a espacio abierto, me salvó porque me amaba.
20 (21) Yahveh me recompensa conforme a mi justicia, me paga
conforme a la pureza de mis manos;
21 (22) porque he guardado los caminos de Yahveh, y no he hecho el
mal lejos de mi Dios.
22 (23) Porque tengo ante mí todos sus juicios, y sus preceptos no
aparto de mi lado;
23 (24) he sido ante él irreprochable, y de incurrir en culpa me he
guardado.
24 (25) Y Yahveh me devuelve según mi justicia, según la pureza de
mis manos que tiene ante sus ojos.
25 (26) Con el piadoso eres piadoso, intachable con el hombre sin
tacha;
26 (27) con el puro eres puro, con el ladino, sagaz;
27 (28) tú que salvas al pueblo humilde, y abates los ojos altaneros.
28 (29) Tú eres, Yahveh, mi lámpara, mi Dios que alumbra mis
tinieblas;
29 (30) con tu ayuda las hordas acometo, con mi Dios escalo la
muralla.
30 (31) Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahveh
acrisolada. El es el escudo de cuantos a él se acogen.
31 (32) Pues ¿quién es Dios fuera de Yahveh? ¿Quién Roca, sino sólo
nuestro Dios?
32 (33) El Dios que me ciñe de fuerza, y hace mi camino
irreprochable,
33 (34) que hace mis pies como de ciervas, y en las alturas me
sostiene en pie,
34 (35) el que mis manos para el combate adiestra y mis brazos para
tensar arco de bronce.
35 (36) Tú me das tu escudo salvador, (tu diestra me sostiene), tu
cuidado me exalta,
36 (37) mis pasos ensanchas ante mí, no se tuercen mis tobillos.
37 (38) Persigo a mis enemigos, les doy caza, no vuelvo hasta
haberlos acabado;
38 (39) los quebranto, no pueden levantarse, sucumben debajo de mis
pies.