...la Biblia de Jerusalén
Salmo 32, 2-6
2 Dichoso el hombre a quien Yahveh no le cuenta el delito, y en cuyo
espíritu no hay fraude.
3 Cuando yo me callaba, se sumían mis huesos en mi rugir de cada
día,
4 mientras pesaba, día y noche, tu mano sobre mí; mi corazón se
alteraba como un campo en los ardores del estío. = Pausa. =
5 Mi pecado te reconocí, y no oculté mi culpa; dije: «Me confesaré a
Yahveh de mis rebeldías.» Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado.
= Pausa. =
6 Por eso te suplica todo el que te ama en la hora de la angustia. Y
aunque las muchas aguas se desborden, no le alcanzarán.