...la Biblia de Jerusalén
Salmo 35, 2-23
2 embraza el escudo y el pavés, y álzate en mi socorro;
3 blande la lanza y la pica contra mis perseguidores. Di a mi
alma:
«Yo soy tu salvación.»
4 ¡Confusión y vergüenza sobre aquellos que andan buscando mi vida!
¡Vuelvan atrás y queden confundidos los que mi mal maquinan!
5 ¡Sean lo mismo que la paja al viento, por el ángel de Yahveh
acosados;
6 sea su camino tiniebla y precipicio, perseguidos por el ángel de
Yahveh!
7 Pues sin causa me han tendido su red, han cavado una fosa para mí.
8 ¡Sobre cada uno de ellos caiga de improviso la ruina: le prenda la
red que había tendido, y en su fosa se hunda!
9 Y mi alma exultará en Yahveh, en su salvación se gozará.
10 Dirán todos mis huesos: Yahveh, ¿quién como tú, para librar al
débil del más fuerte, al pobre de su expoliador?
11 Testigos falsos se levantan, sobre lo que ignoro me interrogan;
12 me pagan mal por bien, ¡desolación para mi alma!
13 Yo, en cambio, cuando eran ellos los enfermos, vestido de sayal,
me humillaba con ayuno, y en mi interior repetía mi oración;
14 como por un amigo o un hermano iba y venía, como en duelo de
una madre, sombrío me encorvaba.
15 Ellos se ríen de mi caída, se reúnen, sí, se reúnen contra mí;
extranjeros, que yo no conozco, desgarran sin descanso;
16 si caigo, me rodean rechinando sus dientes contra mí.
17 ¿Cuánto tiempo, Señor, te quedarás mirando? Recobra mi alma de
sus garras, de los leones mi vida.
18 Te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré entre un pueblo
copioso.
19 No se rían de mí, mis enemigos pérfidos, ni se guiñen sus ojos los
que me odian sin razón.
20 Pues no es de paz de lo que hablan a los pacíficos de la
tierra;
mascullan palabras de perfidia,
21 abren bien grande su boca contra mí; dicen: «¡Ja, Ja, nuestros ojos
lo han visto!»
22 Tú lo has visto, Yahveh, no te quedes callado, Señor, no estés lejos
de mí;
23 despiértate, levántate a mi juicio, en defensa de mi causa, oh mi
Dios y Señor;