Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Salmo 78, 10-70

10 no guardaban la alianza hecha con Dios, rehusaban caminar según
su ley;

11 tenían olvidados sus portentos, las maravillas que él les hizo ver:
12 prodigios hizo a la vista de sus padres en el país de Egipto, en los

campos de Tanis.

13 Hendió la mar y los pasó a través, contuvo las aguas como un
dique;

14 de día los guiaba con la nube, y cada noche con resplandor de
fuego;

15 en el desierto hendió las rocas, los abrevó a raudales sin medida;

16 hizo brotar arroyos de la peña y descender las aguas como ríos.

17 Pero ellos volvían a pecar contra él, a rebelarse contra el Altísimo
en la estepa;

18 a Dios tentaron en su corazón reclamando manjar para su hambre.
19 Hablaron contra Dios; dijeron: «¿Será Dios capaz de aderezar una

mesa en el desierto?

20 «Ved que él hirió la roca, y corrieron las aguas, fluyeron los
torrentes: ¿podrá de igual modo darnos pan, y procurar carne a su pueblo?»

21 Entonces Yahveh lo oyó y se enfureció, un fuego se encendió
contra Jacob, y la Cólera estalló contra Israel,

22 porque en Dios no habían tenido fe ni confiaban en su salvación.
23 Y a las nubes mandó desde lo alto, abrió las compuertas de los

cielos;

24 hizo llover sobre ellos maná para comer, les dio el trigo de los
cielos;

25 pan de Fuertes comió el hombre, les mandó provisión hasta la
hartura.

26 Hizo soplar en los cielos el solano, el viento del sur con su poder
atrajo,


27 y llovió sobre ellos carne como polvo, y aves como la arena de los
mares;

28 las dejó caer en medio de su campo, en torno a sus moradas.
29 Comieron hasta quedar bien hartos, así satisfizo su avidez;

30 mas aún no habían colmado su avidez, su comida estaba aún en su

boca,

31 cuando la cólera de Dios estalló contra ellos: hizo estragos entre los

más fuertes, y abatió a la flor de Israel.

32 Mas con todo pecaron todavía, en sus maravillas no tuvieron fe.
33 El consumió sus días con un soplo, y sus años con espanto.

34 Cuando los mataba, le buscaban, se convertían, se afanaban por él,
35 y recordaban que Dios era su roca, su redentor, el Dios Altísimo.
36 Mas le halagaban con su boca, y con su lengua le mentían;

37 su corazón no era fiel para con él, no tenían fe en su alianza.

38 El, con todo, enternecido, borraba las culpas y no exterminaba;
bien de veces su cólera contuvo y no despertó todo su furor:

39 se acordaba de que ellos eran carne, un soplo que se va y no vuelve

más.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, le irritaron en

aquellas soledades!

41 Otra vez a tentar a Dios volvían, a exasperar al Santo de Israel;

42 no se acordaron de su mano, del día en que les libró del adversario;

43 cuando hizo en Egipto sus señales, en el campo de Tanis sus
prodigios.

44 Trocó en sangre sus ríos y sus arroyos para que no bebiesen.

45 Tábanos les mandó que los comieron, y ranas que los infestaron;

46 entregó a la langosta sus cosechas, el fruto de su
afán al
saltamontes;

47 asoló con granizo sus viñedos, y con la helada sus sicómoros;
48 entregó sus ganados al pedrisco y a los rayos sus rebaños.

49 Lanzó contra ellos el fuego de su cólera, indignación, enojo y
destrucción, tropel de mensajeros de desgracias;

50 libre curso dio a su ira. No preservó sus almas de la muerte, a la
peste sus vidas entregó;

51 hirió en Egipto a todo primogénito, las primicias de la raza en las
tiendas de Cam.

52 Y sacó a su pueblo como ovejas, cual rebaño los guió por el
desierto;

53 los guió en seguro, sin temor, mientras el mar cubrió a sus
enemigos;

54 los llevó a su término santo, a este monte que su diestra conquistó;
55 arrojó a las naciones ante ellos; a cordel les asignó una heredad, y

estableció en sus tiendas las tribus de Israel.

56 Pero ellos le tentaron, se rebelaron contra el Dios Altísimo, se
negaron a guardar sus dictámenes,


57 se extraviaron, infieles, lo mismo que sus padres, se torcieron igual
que un arco indócil:

58 le irritaron con sus altos, con sus ídolos excitaron sus celos.

59 Dios lo oyó y se enfureció, desechó totalmente a Israel;

60 abandonó la morada de Silo, la tienda en que habitaba entre los
hombres.

61 Mandó su fuerza al cautiverio, a manos del adversario su
esplendor;

62 entregó su pueblo a la espada, contra su heredad se enfureció.

63 El fuego devoró a sus jóvenes, no hubo canto nupcial para sus
vírgenes;

64 sus sacerdotes cayeron a cuchillo, sus viudas no entonaron
lamentos.

65 Entonces despertó el Señor como un durmiente, como un bravo
vencido por el vino;

66 hirió a sus adversarios en la espalda, les infligió un oprobio eterno.
67 Desechó la tienda de José, y no eligió a la tribu de Efraím;

68 mas eligió a la tribu de Judá, el monte Sión al cual amaba.

69 Construyó como las alturas del cielo su santuario, como la tierra
que fundó por siempre.

70 Y eligió a David su servidor, le sacó de los apriscos del rebaño,