...la Biblia de Jerusalén
Salmo 78, 39-67
39 se acordaba de que ellos eran carne, un soplo que se va y no vuelve
más.
40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, le irritaron en
aquellas soledades!
41 Otra vez a tentar a Dios volvían, a exasperar al Santo de Israel;
42 no se acordaron de su mano, del día en que les libró del adversario;
43 cuando hizo en Egipto sus señales, en el campo de Tanis sus
prodigios.
44 Trocó en sangre sus ríos y sus arroyos para que no bebiesen.
45 Tábanos les mandó que los comieron, y ranas que los infestaron;
46 entregó a la langosta sus cosechas, el fruto de su
afán al
saltamontes;
47 asoló con granizo sus viñedos, y con la helada sus sicómoros;
48 entregó sus ganados al pedrisco y a los rayos sus rebaños.
49 Lanzó contra ellos el fuego de su cólera, indignación, enojo y
destrucción, tropel de mensajeros de desgracias;
50 libre curso dio a su ira. No preservó sus almas de la muerte, a la
peste sus vidas entregó;
51 hirió en Egipto a todo primogénito, las primicias de la raza en las
tiendas de Cam.
52 Y sacó a su pueblo como ovejas, cual rebaño los guió por el
desierto;
53 los guió en seguro, sin temor, mientras el mar cubrió a sus
enemigos;
54 los llevó a su término santo, a este monte que su diestra conquistó;
55 arrojó a las naciones ante ellos; a cordel les asignó una heredad, y
estableció en sus tiendas las tribus de Israel.
56 Pero ellos le tentaron, se rebelaron contra el Dios Altísimo, se
negaron a guardar sus dictámenes,
57 se extraviaron, infieles, lo mismo que sus padres, se torcieron igual
que un arco indócil:
58 le irritaron con sus altos, con sus ídolos excitaron sus celos.
59 Dios lo oyó y se enfureció, desechó totalmente a Israel;
60 abandonó la morada de Silo, la tienda en que habitaba entre los
hombres.
61 Mandó su fuerza al cautiverio, a manos del adversario su
esplendor;
62 entregó su pueblo a la espada, contra su heredad se enfureció.
63 El fuego devoró a sus jóvenes, no hubo canto nupcial para sus
vírgenes;
64 sus sacerdotes cayeron a cuchillo, sus viudas no entonaron
lamentos.
65 Entonces despertó el Señor como un durmiente, como un bravo
vencido por el vino;
66 hirió a sus adversarios en la espalda, les infligió un oprobio eterno.
67 Desechó la tienda de José, y no eligió a la tribu de Efraím;