10 ¿Por qué han de decir las gentes: «¿Dónde está su Dios?» ¡Que
entre las gentes se conozca, a nuestros propios ojos, la venganza de
la
sangre de tus siervos derramada!
11 ¡Llegue hasta ti el suspiro del cautivo, con la grandeza de tu brazo
preserva a los hijos de la muerte!
12 ¡Devuelve siete veces a nuestros vecinos, en su entraña, su afrenta,
la afrenta que te han hecho, Señor!
13 Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tu pasto, eternamente te daremos
gracias, de edad en edad repetiremos tu alabanza.