8 No recuerdes contra nosotros culpas de antepasados, vengan presto a
nuestro encuentro tus ternuras, pues estamos abatidos del todo;
9 ayúdanos, Dios de nuestra salvación, por amor de la gloria de tu
nombre; líbranos, borra nuestros pecados, por causa de tu nombre.
10 ¿Por qué han de decir las gentes: «¿Dónde está su Dios?» ¡Que
entre las gentes se conozca, a nuestros propios ojos, la venganza de
la
sangre de tus siervos derramada!