1 Hermanos míos, no entre la acepción de personas en la fe que tenéis
en nuestro Señor Jesucristo glorificado.
2 Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo
de oro y un vestido espléndido; y entra también un pobre con un
vestido
sucio;
3 y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le
decís: «Tú, siéntate aquí, en un buen lugar»; y en cambio al pobre le decís:
«Tú, quédate ahí de pie», o «Siéntate a mis pies».
4 ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con
criterios malos?
5 Escuchad, hermanos míos queridos: ¿Acaso no ha escogido Dios a
los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino que
prometió a los que le aman?
6 ¡En cambio vosotros habéis menospreciado al pobre! ¿No son acaso
los ricos los que os oprimen y os arrastran a los tribunales?