1 No os hagáis maestros muchos de vosotros, hermanos míos,
sabiendo que nosotros tendremos un juicio más severo,
2 pues todos caemos muchas veces. Si alguno no cae hablando, es un
hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo.
3 Si ponemos a los caballos frenos en la boca para que nos obedezcan,
dirigimos así todo su cuerpo.
4 Mirad también las naves: aunque sean grandes y vientos impetuosos
las empujen, son dirigidas por un pequeño timón adonde la voluntad
del
piloto quiere.
5 Así también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de
grandes cosas. Mirad qué pequeño fuego abrasa un bosque tan grande.