7 Y me dije: «Al menos tú me temerás, aceptarás la corrección; no
puede quitarse de sus ojos todo aquello con que yo la he visitado.»
Pero
ellos han madrugado a corromper todas sus acciones.
8 Por eso, esperadme - oráculo de Yahveh - el día en que me levante
como testigo, porque he decidido reunir a las naciones, congregar a
los
reinos, para derramar sobre vosotros mi enojo, todo el ardor de mi cólera.
(Porque por el fuego de mi celo la tierra entera será devorada).
9 Yo entonces volveré puro el labio de los pueblos, para que invoquen
todos el nombre de Yahveh, y le sirvan bajo un mismo yugo.
10 Desde allende los ríos de Etiopía, mis suplicantes, mi Dispersión,
me traerán mi ofrenda.
11 Aquel día no tendrás ya que avergonzarte de todos los delitos que
cometiste contra mí, porque entonces quitaré yo de tu seno a tus
alegres
orgullosos, y no volverás a engreírte en mi santo monte.
12 Yo dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, y en el
nombre de Yahveh se cobijará
13 el Resto de Israel. No cometerán más injusticia, no dirán mentiras,
y no más se encontrará en su boca lengua embustera. Se apacentarán y
reposarán, sin que nadie los turbe.
14 ¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate
y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén!
15 Ha retirado Yahveh las sentencias contra ti, ha alejado a tu
enemigo. ¡Yahveh, Rey de Israel, está en medio de ti, no temerás ya ningún
mal!
16 Aquel día se dirá a Jerusalén: ¡No tengas miedo, Sión,
no
desmayen tus manos!
17 Yahveh tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! El
exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con
gritos de
júbilo,