4 Siendo yo joven todavía y estando en mi país, en la tierra de Israel,
toda la tribu de mi padre Neftalí se apartó de la casa de David y
de
Jerusalén, la ciudad elegida entre todas las tribus de Israel para ofrecer allí
sacrificios y en la que había sido edificado y consagrado, para
todas las
generaciones venideras, el Templo de la Morada del Altísimo.
5 Todos mis hermanos y la casa de mi padre Neftalí ofrecían
sacrificios al becerro que Jeroboam, rey de Israel, había hecho en Dan, en
los montes de Galilea.
6 Muchas veces era yo el único que iba a Jerusalén, con ocasión de
las fiestas, tal como está prescrito para todo Israel por decreto perpetuo; en
cobrando las primicias y las crías primeras y diezmos de mis bienes
y el
primer esquileo de mis ovejas, acudía presuroso a Jerusalén
7 y se lo entregaba a los sacerdotes, hijos de Aarón, para el
altar.
Daba a los levitas, que hacían el servicio en Jerusalén, el diezmo del vino,
del grano, del olivo, de los granados, de los higos y demás frutales; tomaba
en metálico el segundo diezmo, de los seis años, y lo gastaba en Jerusalén.
8 Entregaba el tercer diezmo a los huérfanos, a las viudas y a los
prosélitos que vivían con los israelitas; se lo llevaba y entregaba cada tres
años, celebrando una comida con ellos conforme a lo que se prescribe en la
Ley de Moisés y conforme a los preceptos que me dio Débora, madre
de
nuestro padre Ananiel, pues mi padre había muerto dejándome huérfano.
9 En llegando a edad adulta, me casé con Ana, mujer de nuestra
parentela; y ella dio a luz a Tobías.
10 Cuando la deportación de Asiria, yo también fui deportado y me
trasladé a Nínive. Todos mis hermanos y los de mi linaje comían los
manjares de los gentiles,
11 más yo me guardé bien de comerlos.
12 Como yo me acordaba de Dios con toda mi alma,
13 me concedió el Altísimo gracia y favor ante Salmanasar, y llegué a
ser procurador suyo.