8 Entregaba el tercer diezmo a los huérfanos, a las viudas y a los
prosélitos que vivían con los israelitas; se lo llevaba y entregaba cada tres
años, celebrando una comida con ellos conforme a lo que se prescribe en la
Ley de Moisés y conforme a los preceptos que me dio Débora, madre
de
nuestro padre Ananiel, pues mi padre había muerto dejándome huérfano.
9 En llegando a edad adulta, me casé con Ana, mujer de nuestra
parentela; y ella dio a luz a Tobías.
10 Cuando la deportación de Asiria, yo también fui deportado y me
trasladé a Nínive. Todos mis hermanos y los de mi linaje comían los
manjares de los gentiles,
11 más yo me guardé bien de comerlos.
12 Como yo me acordaba de Dios con toda mi alma,
13 me concedió el Altísimo gracia y favor ante Salmanasar, y llegué a
ser procurador suyo.
14 Me trasladé a Media y administré allí sus negocios hasta su
muerte; y desposité en Ragués de Media, en casa de Gabael, hermano
de
Gabrí, unos sacos de plata por valor de diez talentos.
15 Muerto Salmanasar, le sucedió en el trono su hijo Senaquerib; en
su reinado, los caminos de Media se hicieron inseguros y no pude
volver
allí.
16 En los días de Salmanasar hice yo muchas limosmas a mis
hermanos de raza;
17 di mi pan a los hambrientos y vestido a los desnudos; y si veía el
cadaver de alguno de los de mi raza arrojado extramuros de Nínive, le daba
sepultura.
18 Enterré igualmente a los que mató Senaquerib (cuando vino
huyendo de Judea después del escarmiento que hizo contra él el Rey
del
Cielo, a causa de sus blasfemias. Senaquerib, en su cólera, mandó matar a
muchos israelitas); y yo sustraje sus cuerpos y los enterré. Senaquerib los
buscó sin encontrarlos.
19 Un ninivita fue a denunciarme al rey de que yo los había enterrado
en secreto. Cuando supe que el rey tenía informes acerca de mí, y que me
buscaba para matarme, tuve miedo y escapé.
20 Me fueron arrebatados todos mis bienes; nada quedó sin confiscar
para el tesoro real, salvo mi mujer Ana y mi hijo Tobías.