4 Me levanté al punto y sin probar la comida, alcé el cadáver de la
plaza y lo dejé en una habitación, en espera de que se pusiera el sol, para
enterrarlo.
5 Volví a entrar, me lavé y comí con aflicción
6 acordándome de las palabras que el profeta Amós dijo contra Betel:
= Vuestras solemnidades se convertirán en duelo y todas vuestras canciones
en lamento. =
7 Y lloré. Cuando el sol se puso, cavé una fosa y sepulté el cadáver.
8 Mis vecinos se burlaban y decían: «Todavía no ha aprendido. (Pues,
en efecto, ya habían querido matarme por un hecho semejante.) Apenas si
pudo escapar y ya vuelve a sepultar a los muertos.»
9 Aquella misma noche, después de bañarme, salí al patio y me
recosté contra la tapia, con el rostro cubierto a causa del calor.