3 Y ahora, Señor, acuérdate de mí y mírame. No me condenes por mis
pecados, mis inadvertencias y las de mis padres. Hemos pecado en tu
presencia,
4 no hemos escuchado tus mandatos y nos has entregado al saqueo, a
la burla, al comentario y al oprobio de todas las gentes entre las que nos has
dispersado.
5 Pero cierto es, Señor, que todas tus sentencias a la verdad responden
cuando me tratas según mis pecados y los de mis padres; porque no hemos
cumplido tus mandatos, y no hemos caminado en la verdad delante de ti.
6 Haz conmigo ahora según lo que te plazca y ordena que reciban mi
vida para que yo me disuelva sobre la faz de la tierra, porque más me vale
morir que vivir. Tengo que aguantar injustos reproches y me anega la
tristeza. Manda, Señor, que sea liberado de esta aflicción y déjame partir al
lugar eterno, y no apartes, Señor, tu rostro de mí, pues prefiero
morir a
pasar tanta aflicción durante la vida y tener que seguir oyendo injurias.
7 Sucedió aquel mismo día, que también Sarra, hija de Ragüel, el de
Ecbátana de Media, fue injuriada por una de las esclavas de su padre,
8 porque había sido dada en matrimonio a siete hombres, pero el
malvado demonio Asmodeo los había matado antes de que se unieran a ella
como casados. La esclava le decía: «¡Eres tú la que matas a tus maridos! Ya
has tenido siete, pero ni de uno siquiera has disfrutado.
9 ¿Nos castigas porque se te mueren los maridos? ¡Vete con ellos y
que nunca veamos hijo ni hija tuyos!»
10 Entonces Sarra, con el alma llena de tristeza, se echó a llorar
y
subió al aposento de su padre con intención de ahorcarse.
Pero,
reflexionando, pensó: «Acaso esto sirva para que injurien a mi padre y le
digan: "Tenías una hija única, amada y se ha ahorcado porque se
sentía
desgraciada." No puedo consentir que mi padre, en su ancianidad, baje con
tristeza a la mansión de los muertos. Es mejor que, en vez de ahorcarme,
suplique al Señor que me envíe la muerte para no tener que oír
injurias
durante mi vida.»
11 Y en aquel momento, extendiendo las manos hacia la ventana, oró
así: Bendito seas tú, Dios de misericordias, y bendito sea tu Nombre por los
siglos, y que todas tus obras te bendigan por siempre.
12 Vuelvo ahora mi rostro y alzo mi ojos hacia ti.
13 Manda que yo sea librada de la tierra, para no escuchar ultrajes.