7 como todos los que practican la justicia. «Haz limosma con tus
bienes; y al hacerlo, que tu ojo no tenga rencilla. No vuelvas la cara ante
ningún pobre y Dios no apartará de ti su cara.
8 Regula tu limosma según la abundancia de tus bienes. Si tienes
poco, da conforme a ese poco, pero nunca temas dar limosna,
9 porque así te atesoras una buena reserva para el día de la necesidad.
10 Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas.
11 Don valioso es la limosma para cuantos la practican en presencia
del Altísimo.
12 «Guárdate, hijo, de toda impureza y, sobre todo, toma mujer del
linaje de tus padres; no tomes mujer extraña que no pertenezca a la tribu de
tu padre, porque somos descendientes de profetas. Recuerda, hijo, que
desde siempre nuestros padres Noé, Abraham, Isaac y Jacob tomaron
mujeres de entre sus hermanos y fueron bendecidos en sus hijos, de modo
que su estirpe poseerá la tierra en herencia.
13 Así pues, hijo, ama a tus hermanos; no tengas con tus hermanos, ni
con los hijos y las hijas de tu pueblo, corazón soberbio, en orden a tomar
para ti mujer de entre ellos; pues la soberbia acarrea la ruina y
prolija
inquietud; y la ociosidad, bajeza y extrema penuria; porque la ociosidad es
madre de la indigencia.