2 Recordó Tobías las palabras de Rafael y, tomando el hígado y el
corazón del pez de la bolsa donde los tenía, los puso sobre las brasas de los
perfumes.
3 El olor del pez expulsó al demonio que escapó por los aires hacia la
región de Egipto. Fuese Rafael a su alcance, le ató de pies y manos y en un
instante le encadenó.
4 Los padres salieron y cerraron la puerta de la habitación. Entonces
Tobías se levantó del lecho y le dijo: «Levántate, hermana, y oremos
y
pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve.»
5 Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a
salvo. Comenzó él diciendo: ¡Bendito seas tú, Dios de nuestros
padres, y
bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos! Bendígante
los
cielos, y tu creación entera, por los siglos todos.
6 Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y
ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo
dijiste: = No es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda
semejante a él. =
7 Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta
intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a
nuestra
ancianidad.
8 Y dijeron a coro: «Amén, amén.»
9 Y se acostaron para pasar la noche. Se levantó Ragüel y, llamando a
los criados que tenía en casa, fueron a cavar una tumba,
10 porque se decía: «No sea que haya muerto y nos sirva de mofa y
escarnio.»
11 Cuando tuvieron cavada la tumba, volvió Ragüel a casa, llamó a su
mujer
12 y le dijo: «Manda a una criada que entre a ver si vive; y si
ha
muerto, le enterraremos sin que nadie se entere.»