5 esas que sus compradores matan impunemente, mientras sus
vendedores dicen: «¡Bendito sea Yahveh; ya soy rico!», y a las que
no
perdonan los pastores.
6 Pues yo no perdonaré más a los habitantes de esta tierra, oráculo de
Yahveh; mas he aquí que voy a entregar a los hombres, a cada uno
en
manos de su vecino y en manos de su rey; ellos aplastarán la tierra y yo no
los libraré de sus manos.
7 Apacenté, pues, las ovejas de matadero destinadas a los tratantes de
ovejas, y me procuré dos cayados: a uno lo llamé «Gracia» y al
otro
«Vínculo». Me puse a apacentar las ovejas,
8 y me deshice de los tres pastores en un mes. Pero mi alma se
impacientó con ellos y su alma también se hastió de mí.