16 Cuando tienen un pleito, vienen a mí; yo dicto sentencia entre unos
y otros, y les doy a conocer los preceptos de Dios y sus leyes.»
17 Entonces el suegro de Moisés le dijo: «No está bien lo que estás
haciendo.
18 Acabarás agotándote, tú y este pueblo que está contigo; porque este
trabajo es superior a tus fuerzas; no podrás hacerlo tú solo.
19 Así que escúchame; te voy a dar un consejo, y Dios estará contigo.
Sé tú el representante del pueblo delante de Dios y lleva ante Dios
sus
asuntos.
20 Enséñales los preceptos y las leyes, dales a conocer el camino que
deben seguir y las obras que han de practicar.
21 Pero elige de entre el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios,
hombres fieles e incorruptibles, y ponlos al frente del pueblo como jefes de
mil, jefes de ciento, jefes de cincuenta y jefes de diez.
22 Ellos juzgarán al pueblo en todo momento; te presentarán a ti los
asuntos más graves, pero en los asuntos de menor importancia, juzgarán
ellos. Así se aliviará tu carga, pues ellos te ayudarán a llevarla.
23 Si haces esto, Dios te comunicará sus órdenes, tú podrás resistir, y
todo este pueblo por su parte podrá volver en paz a su lugar.»
24 Escuchó Moisés la voz de su suegro e hizo todo lo que le había
dicho.
25 Eligió, pues, hombres capaces de entre todo Israel, y los puso al
frente del pueblo, como jefes de mil, jefes de ciento, jefes de cincuenta, y
jefes de diez.
26 Estos juzgaban al pueblo en todo momento; los asuntos graves se
los presentaban a Moisés, mas en todos los asuntos menores juzgaban por sí
mismos.