17 No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de
tu
prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de
tu prójimo.»
18 Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la
trompeta y el monte humeante, y temblando de miedo se mantenía a
distancia.