17 No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de
tu
prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de
tu prójimo.»
18 Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la
trompeta y el monte humeante, y temblando de miedo se mantenía a
distancia.
19 Dijeron a Moisés: «Habla tú con nosotros, que podremos
entenderte, pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos.»
20 Respondió Moisés al pueblo: «No temáis, pues Dios ha venido para
poneros a prueba, para que su temor esté ante vuestros ojos, y no pequéis».
21 Y el pueblo se mantuvo a distancia, mientras Moisés se acercaba a
la densa nube donde estaba Dios.