4 Cuando vio Yahveh que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de
en medio de la zarza, diciendo: «¡Moisés, Moisés!» El respondió: «Heme
aquí.»
5 Le dijo: «No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque
el lugar en que estás es tierra sagrada.»
6 Y añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios
de Isaac y el Dios de Jacob.» Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a
Dios.
7 Dijo Yahveh: «Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto,
y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco
sus sufrimientos.
8 He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de
esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana
leche y
miel, al país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los
perizitas,
de los jivitas y de los jebuseos.
9 Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto
además la opresión con que los egipcios los oprimen.
10 Ahora, pues, ve; yo te envío a Faraón, para que saques a mi pueblo,
los israelitas, de Egipto.»