Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Éxodo 32, 11-24

11 Pero Moisés trató de aplacar a Yahveh su Dios, diciendo: “¿Por
qué, oh Yahveh, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste
de la tierra de Egipto con gran poder y mano fuerte?

12 ¿Van a poder decir los egipcios: Por malicia los ha sacado, para
matarlos en las montañas y exterminarlos de la faz de la tierra? Abandona el
ardor de tu cólera y renuncia a lanzar el mal contra tu pueblo.

13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel, siervos tuyos, a los
cuales juraste por ti mismo: Multiplicaré vuestra descendencia como las
estrellas del cielo; toda esta tierra que os tengo prometida, la daré a vuestros
descendientes, y ellos la poseerán como herencia para siempre.»

14 Y Yahveh renunció a lanzar el mal con que había amenazado a su
pueblo.

15 Volvióse Moisés y bajó del monte, con las dos tablas
del
Testimonio en su mano, tablas escritas por ambos lados; por una y otra cara
estaban escritas.

16 Las tablas eran obra de Dios, y la escritura, grabada sobre las
mismas, era escritura de Dios.

17 Cuando Josué oyó la voz del pueblo que gritaba, dijo a Moisés:

«Gritos de guerra en el campamento.»

18 Respondió Moisés: «No son gritos de victoria, ni alarido de
derrota. Cantos a coro es lo que oigo.»


19 Cuando Moisés llegó cerca del campamento y vio el becerro y las
danzas, ardió en ira, arrojó de su mano las tablas y las hizo añicos al pie del
monte.

20 Luego tomó el becerro que habían hecho, lo quemó y lo molió
hasta reducirlo a polvo, que esparció en el agua, y se lo dio a beber a los
israelitas.

21 Y dijo Moisés a Aarón: «¿Qué te hizo este pueblo para que hayas
traído sobre él tan gran pecado?»

22 Aarón respondió: «No se encienda la ira de mi señor. Tú mismo
sabes que este pueblo es inclinado al mal.

23 Me dijeron: “Haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que
no sabemos qué le ha sucedido a Moisés, el hombre que nos sacó de
la
tierra de Egipto.”

24 Yo les contesté: “El que tenga oro despréndase.” Ellos se lo
quitaron y me lo dieron; yo lo eché al fuego y salió este becerro.»