11 Yahveh hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre
con su amigo. Luego volvía Moisés al campamento, pero su ayudante, el
joven Josué, hijo de Nun, no se apartaba del interior de la Tienda.
12 Dijo Moisés a Yahveh: «Mira, tú me dices: Haz subir a este
pueblo; pero no me has indicado a quién enviarás conmigo; a pesar de que
me has dicho: “Te conozco por tu nombre”, y también: “Has hallado gracia
a mis ojos.”
13 Ahora, pues, si realmente he hallado gracia a tus ojos, hazme saber
tu camino, para que yo te conozca y halle gracia a tus ojos, y mira que esta
gente es tu pueblo.»
14 Respondió él: «Yo mismo iré contigo y te daré descanso.»
15 Contestóle: «Si no vienes tú mismo, no nos hagas partir de aquí.
16 Pues ¿en qué podrá conocerse que he hallado gracia a tus ojos, yo y
tu pueblo, sino en eso, en que tú marches con nosotros?
Así nos
distinguiremos, yo y tu pueblo, de todos los pueblos que hay sobre
la
tierra.»
17 Respondió Yahveh a Moisés: «Haré también esto que me acabas de
pedir, pues has hallado gracia a mis ojos, y yo te conozco por tu nombre.»
18 Entonces dijo Moisés: «Déjame ver, por favor, tu gloria.»
19 El le contestó: «Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y
pronunciaré delante de ti el nombre de Yahveh; pues hago gracia a
quien
hago gracia y tengo misericordia con quien tengo misericordia.»
20 Y añadió: «Pero mi rostro no podrás verlo; porque no puede verme
el hombre y seguir viviendo.»
21 Luego dijo Yahveh: «Mira, hay un lugar junto a mí; tú te colocarás
sobre la peña.
22 Y al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te
cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado.
23 Luego apartaré mi mano, para que veas mis espaldas; pero mi
rostro no se puede ver.»