3 Que nadie suba contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni
oveja ni buey paste en el monte.»
4 Labró Moisés dos tablas de piedra como las primeras y,
levantándose de mañana, subió al monte Sinaí como le había mandado
Yahveh, llevando en su mano las dos tablas de piedra.
5 Descendió Yahveh en forma de nube y se puso allí junto a él.
Moisés invocó el nombre de Yahveh.
6 Yahveh pasó por delante de él y exclamó: «Yahveh, Yahveh, Dios
misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad,
7 que mantiene su amor por millares, que perdona la iniquidad, la
rebeldía y el pecado, pero no los deja impunes; que castiga la iniquidad de
los padres en los hijos y en los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta
generación.»
8 Al instante, Moisés cayó en tierra de rodillas y se postró,
9 diciendo: «Si en verdad he hallado gracia a tus ojos, oh Señor,
dígnese mi Señor venir en medio de nosotros, aunque sea un pueblo de dura
cerviz; perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y recíbenos
por
herencia tuya.»
10 Respondió él: «Mira, voy a hacer una alianza; realizaré maravillas
delante de todo tu pueblo, cono nunca se han hecho en toda la tierra ni en
nación alguna; y todo el pueblo que te rodea verá la obra de
Yahveh;
porque he de hacer por medio de ti cosas que causen temor.
11 Observa bien lo que hoy te mando. He aquí que voy a expulsar
delante de ti al amorreo, al cananeo, al hitita, al perizita, al
jivita y al
jebuseo.
12 Guárdate de hacer pacto con los habitantes del país en que vas a
entrar, para que no sean un lazo en medio de ti.
13 Al contrario, destruiréis sus altares, destrozaréis sus estelas y
romperéis sus cipos.
14 No te postrarás ante ningún otro dios, pues Yahveh se llama
Celoso, es un Dios celoso.
15 No hagas pacto con los moradores de aquella tierra, no sea que
cuando se prostituyan tras sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten a
ti y tú comas de sus sacrificios;