2 Llamó Moisés a Besalel y a Oholiab y a todos los hombres hábiles
en cuyo corazón Yahveh había infundido habilidad, a todos los que su
corazón movía a ponerse al trabajo para realizarlo.
3 Recibieron de Moisés todas las ofrendas que los israelitas habían
reservado para la ejecución de la obra del Santuario. Entre tanto los
israelitas seguían entregando a Moisés cada mañana ofrendas voluntarias.
4 Por eso, todos los artífices dedicados a los trabajos del Santuario
dejaron cada cual su trabajo,
5 y fueron a hablar con Moisés, diciendo: «El pueblo entrega más de
lo que se precisa para la realización de las obras que Yahveh ha mandado
hacer.»
6 Entonces Moisés mandó correr la voz por el campamento: «Ni
hombre ni mujer reserve ya más ofrendas para el Santuario.» Suspendió el
pueblo su aportación,
7 pues había material suficiente para ejecutar todos los trabajos; y aun
sobraba.
8 Entonces los artífices más expertos de entre los que ejecutaban el
trabajo hicieron la Morada. La hizo con diez tapices de lino fino torzal, de
púrpura violeta y escarlata y de carmesí con querubines bordados.
9 La longitud de cada tapiz era de veintiocho codos y la anchura de
cuatro. Todos los tapices tenían las mismas medias.
10 Unió cinco tapices entre sí y lo mismo los otros cinco.
11 Puso lazos de púrpura violeta en el borde del tapiz con que termina
el primer conjunto; los puso también en el borde del tapiz con que termina
el segundo conjunto.
12 Puso cincuenta lazos en el primer tapiz y otros cincuenta en el
borde del último tapiz del segundo conjunto, correspondiéndose los
lazos
unos a otros.
13 Hizo también cincuenta broches de oro, y con los broches enlazó
entre sí los tapices, de modo que la Morada vino a formar un espacio único.
14 Tejió también piezas de pelo de cabra para que, a modo de tienda,