Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Éxodo 4, 4-31

4 Dijo Yahveh a Moisés: «Extiende tu mano y agárrala por la cola.»
Extendió la mano, la agarró, y volvió a ser cayado en su mano...

5 «Para que crean que se te ha aparecido Yahveh, el Dios de sus
padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.»

6 Y añadió Yahveh: «Mete tu mano en el pecho.» Metió él la mano en
su pecho y cuando la volvió a sacar estaba cubierta de lepra, blanca como la
nieve.

7 Y le dijo: «Vuelve a meter la mano en tu pecho.» La volvió a meter
y, cuando la sacó de nuevo, estaba ya como el resto de su carne.

8 «Así pues, si no te creen ni escuchan la voz por la primera
señal,
creerán por la segunda.

9 Y si no creen tampoco por estas dos señales y no escuchan tu voz,
tomarás agua del Río y la derramarás en el suelo; y el agua que saques del
Río se convertirá en sangre sobre el suelo.»

10 Dijo Moisés a Yahveh: «¡Por favor, Señor! Yo no he sido nunca
hombre de palabra fácil, ni aun después de haber hablado tú con tu siervo;
sino que soy torpe de boca y de lengua.»

11 Le respondió Yahveh: «¿Quién ha dado al hombre la boca? ¿?
Quién hace al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo, Yahveh?

12 Así pues, vete, que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que debes
decir.»

13 El replicó: «Por favor, envía a quien quieras.»


14 Entonces se encendió la ira de Yahveh contra Moisés, y le dijo:

«¿No tienes a tu hermano Aarón el levita? Sé que él habla bien; he aquí que
justamente ahora sale a tu encuentro, y al verte se alegrará su corazón.

15 Tu le hablarás y pondrás las palabras en su boca; yo estaré en tu
boca y en la suya, y os enseñaré lo que habéis de hacer.

16 El hablará por ti al pueblo, él será tu boca y tú serás su dios.

17 Toma también en tu mano este cayado, porque con él has de hacer
las señales.»

18 Moisés volvió y regresó a casa de Jetró, su suegro, y le dijo: «Con
tu permiso, me vuelvo a ver a mis hermanos de Egipto para saber si viven
todavía.» Dijo Jetró a Moisés: «Vete en paz.»

19 Yahveh dijo a Moisés en Madián: «Anda, vuelve a Egipto ; pues
han muerto todos los que buscaban tu muerte.»

20 Tomó, pues, Moisés a su mujer y a su hijo y, montándolos sobre un
asno, volvió a la tierra de Egipto. Tomó también Moisés el cayado de Dios
en su mano.

21 Y dijo Yahveh a Moisés: «Cuando vuelvas a Egipto, harás delante
de Faraón todos los prodigios que yo he puesto en tu mano; yo, por
mi
parte, endureceré su corazón, y no dejará salir al pueblo.

22 Y dirás a Faraón: Así dice Yahveh: Israel es mi hijo,
mi
primogénito.

23 Yo te he dicho: “Deja ir a mi hijo para que me dé culto,” pero
como tú no quieres dejarle partir, mira que yo voy a matar a tu hijo, a tu
primogénito.»

24 Y sucedió que en el camino le salió al encuentro Yahveh en el
lugar donde pasaba la noche y quiso darle muerte.

25 Tomó entonces Seforá un cuchillo de pedernal y, cortando el
prepucio de su hijo, tocó los pies de Moisés, diciendo: «Tú eres
para mí
esposo de sangre.»

26 Y Yahveh le soltó; ella había dicho: «esposo de sangre», por la
circuncisión.

27 Dijo Yahveh a Aarón: «Vete al desierto al encuentro de Moisés.»
Partió, pues, y le encontró en el monte de Dios y le besó.

28 Moisés contó a Aarón todas las palabras que Yahveh le había
encomendado y todas las señales que le había mandado hacer.

29 Fueron, pues, Moisés y Aarón y reunieron a todos los ancianos de
los israelitas.

30 Aarón refirió todas las palabras que Yahveh había dicho a Moisés,
el cual hizo las señales delante del pueblo.

31 El pueblo creyó, y al oír que Yahveh había visitado a los israelitas
y había visto su aflicción, se postraron y adoraron.