15 Dijeron los magos a Faraón: «¡es el dedo de Dios!» Pero el corazón
de Faraón se endureció, y no les escuchó, como había dicho Yahveh.
16 Yahveh dijo a Moisés: «Levántate muy de mañana, preséntate a
Faraón cuando vaya a la ribera, y dile: Así dice Yahveh: “Deja salir a mi
pueblo, para que me dé culto.”
17 Si no dejas salir a mi pueblo, mira que voy a enviar tábanos contra
ti, contra tus siervos, tu pueblo y tus casas, de manera que las casas de los
egipcios y hasta el suelo sobre el cual están se llenarán de tábanos.
18 Pero exceptuaré ese día la región de Gosen, donde está mi pueblo,
para que no haya allí tábanos, a fin de que sepas que yo soy
Yahveh en
medio de la tierra;
19 haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Este prodigio sucederá
mañana.»
20 Así lo hizo Yahveh, y un enorme enjambre de tábanos vino sobre
la casa de Faraón y la casas de sus siervos; y toda la tierra de
Egipto; la
tierra fue devastada por los tábanos.
21 Entonces llamó Faraón a Moisés y a Aarón y les dijo: «Id y ofreced
sacrificios a vuestro Dios en este país.»
22 Moisés respondió: «No conviene que se haga así, porque el
sacrificio que ofrecemos a Yahveh, nuestro Dios, es abominación para los
egipcios. ¿No nos apedrearían los egipcios si ofreciéramos ante sus ojos un
sacrificio que para ellos es abominable?